Quiero seguir la línea de reflexión iniciada la última vez con el tema de la fórmula de la felicidad. Pero en esta ocasión vamos a visitar unas cuantas frases sobre la felicidad que nos ayudarán a comprender mejor el impacto del estoicismo en nuestros días. Se trata, pues, de ir buscando esos rastros del pasado cuyo eco nos alcanza en el presente. Pero antes de ir a las frases sobre la felicidad hemos de hacer una rápida visita a una idea fundamental: pensar la búsqueda de la felicidad como la única del ser humano nos lleva a negarle al menos la mitad de sus posibilidades.
La hipótesis que tengo entre manos es que el pensamiento positivo tan de moda en nuestros días retoma el discurso de los estoicos sin comprender ni la mitad del mismo. Habría que remarcarlo porque es literal: ni la mitad. Se lee en las frases sobre la felicidad que encontramos en autores como Epicteto o Marco Aurelio una invitación a pensar en positivo, a recibir con alegría la mierda con la que nos hemos encontrado en el camino. Resignarse sonriendo. Prohibición de la queja o el lamento. Las máximas pueden desarrollarse hasta el más rebuscado absurdo: sufre mientras sonríes para llamar a la felicidad desde tu sufrimiento. Infalible estrategia.
Somos la mitad de la mitad
Cuando se buscan frases sobre la felicidad suele cumplirse aquella máxima de Baltasar Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Pero cuidado que la brevedad es un poco como la semilla: parece pequeña, pero dentro puede encerrar una secuoya. La diferencia está en el tiempo y cuidado que le demos a la idea. - tuitéalo Si nos demoramos en ella y le procuramos alimento veremos que se desarrolla ofreciéndonos todos sus frutos o, al menos, su sombra. Lo que pasa es que esto no suele suceder. Nos quedamos en la superficie y así la semilla crece nada más la mitad de la mitad de lo que podría crecer. Vamos con una idea interesante de Max Scheler:
Quienes sólo perciben el soplo del espíritu divino en el susurro de los álamos y en el gorjeo de los pájaros, y no en los disparos de la artillería, quizá sea un hombre amable, pero no un hombre entero.Max Scheler
Esta es la primera de las confusiones ante la brevedad y simplicidad de las frases sobre la felicidad. Parece que al leerlas se recibe una especie de iluminación que hace que desde ese momento en adelante todo es perfecto y alegre. Se tiende a buscar la frase como una manera de evadir el sonido de los disparos de la artillería. Nos ponemos los auriculares de las frases alegres para cruzar el campo minado donde otros vuelan por los aires. ¿Se anticipa el resultado verdad? Seremos la mitad de la mitad… literalmente.
Frases sobre la felicidad que requieren esfuerzo
Pero las cosas no son tan sencillas afortunadamente. Moriríamos de aburrimiento en el paraíso. Llevamos ya demasiado tiempo desarrollando esas maneras de amargarse la vida hasta hacer de ello todo un arte, como diría Watzlawick. No podemos volver atrás. Así que te tengo una buena noticia: detrás de la simplicidad de las frases sobre la felicidad se esconde una invitación al trabajo duro, al esfuerzo, a eso que precisamente no solemos vincular con el estado paradisiaco que nos venden como felicidad. Aquí un ejemplo:
La felicidad solo puede hallarse en el interior.Epicteto
¿Te das cuenta de la trampa? Pon atención en el verbo de la frase. La felicidad tiene que hallarse. Sí, eso significa que si te pones a respirar con mucha calma seguramente lograrás un estado de relajación, pero eso no necesariamente es hallar algo. Pero todavía hay más. Epicteto sigue diciendo: “La felicidad depende de tres cosas, y las tres están bajo tu poder: la voluntad, las ideas respecto a los acontecimientos en los que estás envuelto y el uso que hagas de esas ideas”.
Si reparas en los tres elementos te darás cuenta de algo muy elemental: hay que mover el culo. Sí, suena muy bien eso de buscar en el interior. Pero sin la voluntad, sin un empujón, sin un ponerse en marcha, poco puede esperarse. Después tienes que hacer un trabajo importante poniendo delante de los ojos de la conciencia las ideas que tienes sobre los acontecimientos y así poder decidir qué hacer con ellas. Sí, la cosa lleva su tiempo y su buena dosis de esfuerzo. ¿Te parece demasiado? Quizá te sientas mejor con lo que propone un tal Frederick Keonig:
Tendemos a olvidar que la felicidad no viene como resultado de obtener algo que no tenemos, sino más bien de reconocer y apreciar lo que tenemos.Frederick Keonig
Felicidad de-mente
El mismo Epicteto nos dice: “No podemos tener un corazón alegre si nuestras mentes son un afligido caldero de temor y ambición”. Aquí llama la atención la conexión entre el corazón y la mente. La mente es un caldero donde se cocinan el temor y la ambición. Una vez alcanzado su estado óptimo de cocción se sirve sobre un pobre corazón que esperaba mejores cosas. ¿Mejores? Vaya manera de menospreciar el trabajo del chef que sin duda se ha esmerado en preparar un temor de antología. ¿Por qué no mejor nos tomamos la molestia de pedir la receta y aprender sobre su preparación? Sobre los ingredientes Marco Aurelio nos dice esto:
La alegría de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos.Marco Aurelio
Como quiera que sea, la felicidad parece que no solo supone un esfuerzo, un acto de voluntad que nos pone en marcha. Necesitamos el acuerdo entre la mente y el corazón. Un trabajo más que se añade a la lista. Para eso hay que ser muy cuidadosos al hacer la compra. Tenemos que cuidar la calidad de los pensamientos. Eso quiere decir que a la que te distraigas habrás cogido algo demasiado maduro o demasiado verde. El trabajo es constante y requiere de la máxima atención. Yo no sé si de verdad todos estamos preparados para un compromiso de estas dimensiones. Quizá valdría la pena tomárselo con un poco más de calma. Quizá la felicidad nos espera en una terraza riéndose del pensamiento positivo. Por probar que no quede. ¿Te apuntas?